Postres con historia: tradiciones de Semana Santa en la pastelería española
- Roberto Buscapé
- 8 abr
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 9 abr

Con la llegada de la Semana Santa, las vitrinas de las pastelerías y panaderías de toda España se llenan de sabores que evocan tradición, historia y memoria colectiva. Son dulces que, generación tras generación, han acompañado estas fechas marcadas por el recogimiento, el encuentro familiar y, por supuesto, la celebración gastronómica. Desde las humildes torrijas hasta los elaborados pestiños o las coloridas monas de Pascua, la repostería española despliega en primavera su faceta más entrañable y simbólica.
Estos postres no solo destacan por su sabor, sino por el legado cultural que representan. Cada uno tiene su origen en recetas centenarias, muchas de ellas ligadas al aprovechamiento de ingredientes sencillos como el pan, el aceite o la miel, que se transforman en verdaderas delicias gracias al saber hacer transmitido de padres a hijos. Así, las torrijas, con su mezcla de leche, huevo y canela, o los pestiños bañados en almíbar, han pasado de la cocina conventual a las mejores mesas sin perder su esencia.
En este recorrido por los dulces con historia de la Semana Santa, repasamos algunas de las elaboraciones más emblemáticas de nuestro país, descubriendo cómo se mantienen vivas —y muchas veces reinventadas— en los obradores actuales. Una forma deliciosa de conectar con nuestras raíces, a través de sabores que, año tras año, regresan fieles a su cita con la tradición. ¿Estás listo para descubrir las mejores pastelerías y panaderías en las conocer las tradiciones de Semana Santa en la pastelería española?
Gallofa&Co
La Semana Santa en España no se entiende sin sus postres tradicionales, y Gallofa&Co los lleva a otro nivel con su apuesta artesanal. Con más de 25 años de trayectoria, esta panadería-cafetería de origen cántabro —con 37 tiendas repartidas entre Cantabria, Asturias y Madrid— ha convertido su pasión por lo auténtico en una seña de identidad. Cada año, sus obradores se llenan de aroma a canela, azúcar y mantequilla para dar vida a tres delicias imprescindibles: el pan brioche especial para torrijas, las torrijas listas para disfrutar y los buñuelos rellenos.
La clave de una torrija perfecta empieza por el pan, y en Gallofa&Co lo saben bien. Su pan brioche especial para torrijas, elaborado con un extra de mantequilla 100% y una miga suave pero firme, ha sido diseñado específicamente para esta receta tradicional. Su capacidad de absorber la mezcla de leche, canela y huevo sin perder la forma lo convierte en el favorito de los cocineros más exigentes. Además, se presenta en barra, ideal para cortar rebanadas al gusto. El toque de dulzor natural del brioche y su delicada corteza lo convierten en una base gourmet para elevar las torrijas a una experiencia superior. Está disponible tanto en tiendas físicas como en su tienda online, con envío a toda la península.
Para los que prefieren disfrutar del sabor de siempre sin pasar por la cocina, Gallofa&Co ofrece unas torrijas artesanas elaboradas a diario en sus obradores. Siguen una receta propia, basada en su icónico pan brioche, que garantiza una textura cremosa y un interior tierno. Se empapan en leche infusionada con canela, se fríen con mimo y se rematan con un almíbar casero que potencia su sabor y las mantiene jugosas. El resultado es un postre equilibrado y lleno de matices, perfecto para compartir en familia o darse un capricho en cualquier momento del día. Se pueden tomar en sus acogedoras Coffee Bakeries o pedir para llevar.
No puede faltar otro emblema de la repostería de Cuaresma: los buñuelos. En Gallofa&Co se elaboran uno a uno, de manera completamente artesanal, con una masa ligera y esponjosa que se dora suavemente para obtener ese contraste irresistible entre el exterior crujiente y el corazón tierno. Los hay de nata, crema pastelera o chocolate, cada uno con su personalidad: la crema, suave y envolvente; el chocolate, intenso y con una cobertura de azúcar en grano; y la nata, fresca y delicada, envuelta en azúcar glas. Además, su presentación cuidada los convierte en un dulce ideal para regalar o llevar a cualquier reunión familiar durante estas fechas.
Esta Semana Santa, saborea el legado dulce de nuestras costumbres de la mano de Gallofa&Co. Porque la tradición también se puede comer... Y disfrutar.
Manu Jara
En Sevilla, el aroma a canela y anís anuncia uno de los momentos más esperados del calendario dulce: la llegada de las torrijas. Y si hay un nombre que brilla con luz propia en este arte efímero es el de Manu Jara. Su barra de torrijas 2025 —con ocho versiones únicas— convierte esta receta tradicional en un ejercicio de creatividad pastelera.
Desde su primera apertura en la calle Pureza de Triana, Manu Jara ha sabido combinar raíces y técnica. Con formación en Francia y una carrera que lo llevó desde restaurantes Michelin en Cannes o Madrid hasta la docencia en escuelas de hostelería, Jara abrió su propia dulcería en 2013. Hoy, cuenta con puntos de venta en lugares tan emblemáticos como el Mercado de Triana o el Gourmet Experience de El Corte Inglés.
Este año, la propuesta incluye dos torrijas clásicas: una de canela y anís, con el sabor de siempre; y otra de vino y miel de Aracena, que rescata la tradición andaluza. A ellas se suman seis creaciones contemporáneas como la de café, Baileys y mascarpone; caramelo, pera y dulce de leche; o la atrevida combinación de pistacho, naranja sevillana y azahar. Cada una busca mantener el equilibrio entre innovación y memoria.
Como bien dice el maestro pastelero "La torrija es mucho más que un postre. Es un recuerdo, una estación del año. Y aunque nos remite a lo tradicional, eso no significa que no podamos reinterpretarla".
Las torrijas clásicas están disponibles en sus dulcerías de Triana, El Corte Inglés de Plaza del Duque y el Only YOU Hotel. Las ocho versiones exclusivas solo podrán adquirirse en Bocasú, el concepto de tapeo dulce que Jara impulsa desde el Mercado de Triana. Estarán a la venta hasta el 20 de abril.
En un país donde la torrija forma parte del imaginario colectivo, Manu Jara demuestra que aún hay espacio para sorprender. La tradición sigue viva… Y más deliciosa que nunca.
La Tahona del Abuelo
En el corazón del Cabanyal, donde la Semana Santa Marinera se celebra con tanta intensidad como devoción, La Tahona del Abuelo mantiene viva la memoria repostera de Valencia desde 1886. Este horno familiar —probablemente el más antiguo del barrio— es mucho más que un comercio: es un emblema de identidad local, donde cada receta cuenta una historia.
Hoy, bajo la dirección de Juan José Rausell López, maestro panadero de quinta generación, La Tahona del Abuelo continúa elaborando de forma artesanal los dulces más emblemáticos de Pascua. Entre ellos, destacan dos verdaderos iconos: el panquemao y la Coca de Pasas y Nueces.
El panquemao es una pieza de bollería tierna y aromática, de miga esponjosa y corteza ligeramente tostada. Un dulce humilde en apariencia, pero que requiere técnica y paciencia para lograr su característico equilibrio entre suavidad y sabor. Es el compañero inseparable de las meriendas festivas, una receta que atraviesa generaciones y que en La Tahona se elabora a diario con ingredientes de proximidad.
A su lado, la Coca de Pasas y Nueces se alza como una de las joyas de la repostería valenciana. Elaborada con aceite de oliva, naranja confitada, pasas jugosas y nueces crujientes, ha sido premiada en múltiples ocasiones por el Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia, destacando su 1º Premio en 2014 como reconocimiento a su excelencia. Su textura jugosa, su aroma cítrico y el contraste de sus ingredientes hacen de esta coca un auténtico deleite.
La Tahona del Abuelo cuenta hoy con cuatro obradores y un equipo de más de 20 personas, que mantienen intacto el espíritu artesanal y el amor por la tradición. Pese a los desafíos urbanísticos del Cabanyal, Juanjo Rausell ha sabido defender su oficio con orgullo, llevando un pedazo de barrio hasta el centro de Valencia con nuevas aperturas y productos como el innovador Va i Ve.
En estas fechas, panquemaos y cocas no son solo dulces: son historia, comunidad y el sabor de un barrio que, gracias a La Tahona del Abuelo, sigue horneando sus raíces cada día.
Bubó Barcelona
En el universo de la repostería creativa, pocas casas como Bubó Barcelona han sabido unir bien la tradición con la vanguardia. Fundada en 2005 con la intención de revolucionar el mundo del dulce, esta pastelería —que recuerda más a una joyería que a un obrador— se ha consolidado como un referente internacional gracias a su enfoque artesanal, su compromiso con los ingredientes de calidad y su mirada vanguardista.
En estas fechas, Bubó despliega todo su talento en una de las tradiciones más arraigadas del calendario dulce: las monas de Pascua. Elaboradas a mano, con chocolates finos y rellenos sorprendentes, sus monas reinterpretan el clásico en clave contemporánea sin perder el alma de siempre. Cada pieza se convierte en un objeto de deseo: por su forma, por su color y, sobre todo, por su sabor.
Este 2025, la gran protagonista es la mona Bubó Chups, una deliciosa escultura de chocolate con leche y crujiente de cereza que rinde homenaje al icónico caramelo Kojak. Una propuesta divertida, pensada para hacer sonreír tanto a los nostálgicos como a los más pequeños, y que incluye un relleno de kojaks auténticos. También destacan otras versiones originales como la mona hamburguesa, las monas emoji rellenas de bolas de chocolate, y ediciones solidarias que colaboran con Cáritas.
Pero más allá de lo visual, Bubó sigue apostando por lo esencial: ingredientes de primera, técnicas artesanales y una atención meticulosa al detalle. Ejemplo de ello son sus clásicos buñuelos de viento, una delicida imperdible en esta época tan especial. Cada pieza es elaborada en su obrador de Barcelona, donde también nacen bombones, macarons, pasteles y otras delicias que se exportan a más de diez países, siendo especialmente exitosos en Japón.
Las monas de Bubó pueden adquirirse en su tienda física o a través de su web. Una manera distinta, exquisita y con mucho estilo de celebrar la Pascua. Porque en Bubó, la tradición no solo se honra: se reinventa con cada bocado.
La Mallorquina
Hay sabores que anuncian la llegada de la Semana Santa casi con más intensidad que las propias procesiones. En Madrid, esos sabores tienen nombre propio: torrijas, bartolillos y pestiños. Y si hay un lugar donde encontrarlos en su versión más fiel y deliciosa, es sin duda en La Mallorquina, la emblemática pastelería fundada en 1894 en plena Puerta del Sol.
Con más de un siglo de historia, La Mallorquina se ha convertido en un referente de la repostería tradicional madrileña. Su obrador, activo desde primera hora cada mañana, elabora de forma artesanal más de 200 referencias, entre ellas los imprescindibles de estas fechas. En su carta de Semana Santa no faltan las torrijas, elaboradas con pan propio, leche infusionada con canela, huevo batido y fritura al momento, coronadas con azúcar y canela. El resultado es una torrija jugosa, de textura suave y sabor inconfundible, fiel al recetario clásico.
Como novedad este año, la casa presenta una versión innovadora: la torrija con crema tostada, una reinterpretación de la receta tradicional que incorpora una capa de crema pastelera finalizada con azúcar caramelizado. Un homenaje a la crema catalana en formato castizo que ya ha conquistado a los más golosos.
Junto a las torrijas, los bartolillos madrileños ocupan un lugar especial. Este pastel de masa fina, frita y rellena de crema pastelera, es una de las piezas más representativas de la pastelería de la capital. Por su parte, los pestiños, de herencia andalusí, se presentan en forma de lazo crujiente, fritos y bañados en almíbar de miel y azúcar, evocando los sabores más antiguos de la península.
Disponible en sus tiendas de Sol, Velázquez, Quevedo y Moraleja Green —así como en su tienda online y plataformas como Glovo—, la colección de dulces de Semana Santa de La Mallorquina es una invitación a revivir el sabor de la tradición con la calidad de siempre. Porque en esta casa centenaria, la historia se hornea cada día.
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