Arte y gastronomía del trampantojo en Palacio de los Duques
06.05.22 Roberto Buscapé
El Hotel Palacio de los Duques, uno de los 50 mejores hoteles de Madrid, reabre las puertas de su fascinante jardín con la pieza de video mapping Hyperflow. Durante tres semanas, cada noche la superficie de la fachada del jardín del hotel se ilumina desplegando una gran obra de animación digital en movimiento creando un llamativo escenario que podrá disfrutarse hasta el próximo 22 de mayo.
Con una dimensión de 72 metros cuadrados, la fachada construida en el s. XIX quedará cubierta cada atardecer desde las 21:30 a las 23:00 horas. Una única escena en constante transformación y movimiento con formas abstractas y generadas digitalmente con un código diseñado para el hotel, parten de la inspiración de diferentes pinturas de la exposición Hiperreal. El arte del trampantojo, que el artista ha seleccionado por el potencial de sus composiciones, texturas y volúmenes: “Se trata de una pieza creada a través de imágenes topográficas que distorsionan y remodelan la geometría real de la fachada”, explica Filip Roca.
La experiencia se condensa en un único pase de una hora y media que incluye, cada noche, luz, imagen integrada y música con un paisaje sonoro de electrónica ambiental, obra del compositor Zarko Komar. Esta creación musical a medida busca “amplificar” el espacio a través del sonido, y contribuye a remarcar sensaciones como la de profundidad. A lo largo de 90 minutos, la pared que enmarca el conocido como Palacio del Duque de Granada de Ega, cambia a través de un viaje en tonos ocre y dorados.
Así como la vida madrileña es conocida y siempre ha tenido lugar en los atardeceres bajo el sol de la primavera y sus vibrantes noches, el proyecto recrea este momento cruzando la cuarta pared del museo para pintar una imponente escena digital en un lienzo arquitectónico como es el jardín de Palacio de los Duques, rincón secreto del Madrid de los Austrias.
“Se ha elegido la sección central de la fachada como núcleo de la instalación. Este punto es el que tiene mayor visibilidad desde la mayor parte del jardín y desde fuera, lo que permitirá al transeúnte incluso apreciarlo desde la calle”, explican desde el estudio del artista.
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Con acceso por la Calle de la Bola y por la entrada del hotel (Cuesta de Santo Domingo, 5), Palacio de los Duques además ha conectado todo este universo con la cocina. Llevando el arte del trampantojo a la gastronomía con un concepto basado en la sorpresa.
Tomando como punto de partida el espejismo que define las obras de la exposición, así como la pieza de Roca, y fusionándolo con alta cocina, el equipo de Coroa Lounge, restaurante de Palacio de los Duques, ha conceptualizado dos propuestas cuyo denominador común es lo inesperado.
Miguel Martín y Miguel Quintana, chef ejecutivo y jefe de barra de Coroa Lounge, han sido los encargados de dar forma a estas deliciosas delusiones, que podrán ser disfrutadas en el hotel durante los meses de mayo y junio. La primera elaboración, “Merienda exótica”, recrea ese momento de la tarde con un falso helado de nata al corte, que en cuanto el comensal empiece a degustar descubrirá que se trata de un mousse de queso al curry. A modo de acompañamiento, un aparente té con leche de innegable toque british, que en realidad es un cóctel frío a base de miel y jengibre.
Por otro lado, “Tesoro escondido”, una tapa que recrea el fondo del mar a través de diversas elaboraciones. “Hemos querido homenajear a los artistas de la exposición, con una tapa que integra diferentes elementos a modo de bodegón, y que permite, al igual que en las pinturas, descubrir todos los detalles a medida que se observa y degusta”, explica Miguel Martín, chef de Coroa Lounge.
En este “bodegón marino”, nada es lo que parece. Desde la roca, que es calabaza osmotizada con piña, pasando por las pepitas de oro de pan gambas y las redes de pesca, hasta llegar al tesoro oculto de cremoso de gamba del interior de la tapa. Para maridar, un rebujito de coco, servido en un vaso con forma de roca y decorado con salicornia, un combinado que enlaza a la perfección con el sabor yodado de la gamba roja.