09.05.23 Julián Acebes

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¡Madrid, qué grande eres! El próximo 15 de mayo, nos preparamos para darlo todo en la celebración del patrón de la ciudad, San Isidro. Y entre tanta fiesta, hay un protagonista indiscutible: las rosquillas de San Isidro. Estas delicias tradicionales son el complemento perfecto para endulzar una jornada de puro goce madrileño.

Las rosquillas de San Isidro son como un tesoro gastronómico que se pasa de generación en generación. Estos dulces redonditos te conquistan con su textura crujiente por fuera y su interior suave como una nube. Un auténtico placer en cada mordisco.

¿Y qué decir de las variedades? ¡Hay para todos los gustos y colores! Empezamos con la rosquilla tonta, esa joya sencilla, pero con un sabor de otro planeta gracias al toque de anís. No se complica mucho la vida, pero te deja con una sonrisa de oreja a oreja. Y ojo, que luego viene la lista, con su baño de glaseado. ¡Una diva visual que también sabe cómo seducirte!

Pero espera, que esto no acaba aquí. Llega la rosquilla francesa, más grande y jugosa, cubierta de un glaseado de azúcar con un toquecito cítrico de limón. Y si eres un adicto al chocolate, no puedes perderte la rosquilla de Santa Clara. Esta belleza está cubierta de un chocolate negro brillante que te transporta al mismísimo cielo. Es un pecado que vale la pena cometer.